martes, 12 de junio de 2012

PERAUSTRINIA 2004


En el mundo futuro imaginado en el 1990 del estreno de Peraustrinia 2004 no existen las muertes súbitas, ni los desastres naturales que no puedan remediarse huyendo de los lugares en los que tendrán lugar, ni tampoco lluvia que pueda cogerte desprevenido mientras paseas por la calle y coches voladores pasan a unos metros por encima de tu cabeza. Sólo existe el orden, la rutina y la absoluta previsión de todo lo que pueda perturbarlos… El causante de todo ello es Tristán, el habitante más inteligente del país de la ciencia llamado Peraustrinia, y que tras acabar con el hambre en el mundo siendo tan solo un crío y recibir el premio Nóbel a los doce años, ha logrado preveer el futuro científicamente con lo que las noticias ya no informa a toro pasado sino de lo que aún está por ocurrir… Con lo que si uno está atento a los boletines informativos puede esquivar un fulminante ataque al corazón, un atropello o algo tan nimio como un chaparrón. Pero no todo es de color gris en el universo, lejos de aquí existe el Reino del Azar y sus habitantes, los azarosos; extrañas y simpáticas criaturas de perrofláutico aspecto con un terrorista sentido del humor que se alimentan del placer que les provoca el azar que se extingue por momentos en nuestro planeta. Una especie cuya divinidad tiene forma de dado y que sufre una hambruna sin precedentes al haberse quedado sin lo que les provoca mayores carcajadas a nuestra costa, cualquier desgracia (cuanto más salvaje mejor) que pueda caernos encima. Alarmado por la escasez de alimento que está acorralando a su reino, el Emperador Ton lleva a Tristán a su mundo y después de enseñarle su funcionamiento le hace una advertencia; el aburrimiento en nuestra sociedad conducirá a un estallido de violencia que iniciará la tercera guerra mundial. Así que no sólo los azarosos sufrirán las consecuencias del hipercontrol al que se ha acomodado la especie humana, si Tristán no destruye todos sus experimentos en curso (control absoluto del azar y su siguiente y definitivo paso; el control del amor) y las maquinas que dan renombre mundial a Peraustrinia como país del orden todo acabará. De propina, los azarosos se comprometen a ayudar a Tristán a conquistar a la princesa de Peraustrinia: la caprichosa y rebelde Priscila, que odia el orden imperante en el país y a su precursor Tristán.

Disculpen la parrafada introductoria para explicar tan sólo el argumento de la película, pero la veo necesaria de cara a poner las cosas en su sitio para aquellos que no han podido verla o no la recuerdan con claridad. Este es uno de esos casos en los que el fondo es más memorable que la forma y el guión del film merece, aunque solo sea por su originalidad y claridad de ideas, su espacio. Porque a caballo entre el cuento de hadas tradicional (o lo que nos ha llegado de él) y la anarquía pura y dura, Peraustrinia 2004 es una de esas raras películas que a pesar de ser prácticamente desconocidas, es recordada con un gran cariño por aquellos que tuvimos la suerte de poder verla en su día cuando éramos niños. Vista ahora, con la invasión y revalorización del cine “infantil” como un género (bastante bastardo en cuanto no lo es por temática sino por público potencial) tan noble como cualquier otro, tiene algunos defectos en cuanto a lo formal que más que restar le otorgan personalidad. Los fondos son estáticos y los personajes parecen muy sobreactuados en comparación con los intentos de realismo expresivo de muchas películas de animación actuales pero a pesar de todo se nota el trabajo y el esfuerzo hecho. El que escribe estas líneas no cree haber visto una expresión facial repetida en toda la película y pese al estatismo de sus fondos, que deviene en ver como se repiten una y otra vez para crear una algo renqueante sensación de movimiento, tampoco estamos frente a la prehistórica animación de celebridades como Los Fruittis o Delfi, a veces recordadas exclusivamente por la cutrez de su animación unos años más tarde de este Peraustrinia 2004.

Pero es a un nivel dramático dónde esta película se graba en la memoria y marca las distancias definitivas con otros films infantiles. Peraustrinia 2004 consigue colarle al respetable un par de bombas (además de su moraleja proanarquista) que vistas ahora sorprenden y divierten por su despreocupado salvajismo. Una de ellas se da en el momento de la visita de Tristán al reino del azar donde presenciamos la forma en la que los azarosos se alimentan: en unas salas con pequeñas depresiones a modo de palco, un gran dado flotante emite imágenes que van desde los orígenes de la humanidad (en la que los azarosos se divierten mareando y tendiendo trampas a los hombres de las cavernas), pasando por Newton y su teoría de la gravedad (por una manzana lanzada con mala uva por un azaroso contra la cabeza de Newton desde lo alto del árbol) hasta el chiste más salvaje de toda la película: el hundimiento del Titanic provocado, no se lo pierdan, por los mismos azarosos que situaron el iceberg a la distancia apropiada para coger desprevenidos a los mandos del buque y ganar unos kilos a base de risotadas. Son estos pequeños gremlins y reflexiones en voz alta sobre un alarmante estado de las cosas a medio camino entre la abulia y el estallido de violencia (no sé si les suena de algo) las que sitúan la película un paso más allá del film de animación al uso por encima de sus limitadas, aunque más que suficientes cuando éramos niños, posibilidades expresivas. De todos modos, no dejan de encontrarse aquí y allá algunos matices que denotan cierta intencionalidad. Los azarosos son personajes coloristas, en contraposición a la ciudad de Peraustrinia, mucho más gris a todos los niveles e incluso en la indumentaria de sus personajes que es mucho más tenue. Pero hay una excepción: la princesa Priscilla, cuya mata de pelo roja lo distancia de los peraustrinianos y la acerca a los azarosos y el diseño de estos últimos, a pesar de lo renqueante de su animación, está más que bien. Insisto en que la película resulta más memorable e interesante por su amable sentido del caos y la anarquía para espolear nuestra amodorrada vida que por su plasmación en imágenes pero no es menos cierto que la simpatía de los azarosos y su aspecto acaban por ser estandarte en la memoria del film.


Cartel promocional de la película donde pueden verse a todos los personajes principales

También resultan curiosos algunos apuntes sobre las filias de los responsables de la película, el guionista Joan Marimón y el director Àngel Garcia (sin despreciar a todo el equipo de animadores, absolutamente imprescindibles en cualquier film de estas características). Elementos como la noticia en la que se advierte de la derrota del F.C. Barcelona a manos de un equipo mucho más modesto o el nombre de algunos de los azarosos como el del desgarbado Ringolennon… que ponen la guinda personal a Peraustrinia 2004, opera prima y única experiencia en la dirección de Garcia, que se fogueó en otros proyectos como animador del carisma de Despertaferro del mismo año de estreno que el film que nos ocupa o la traumática serie de televisión Mofli el último koala… que al igual que el conflicto entre peraustrinianos y azarosos tienen un lugar de honor en el recuerdo cinematográfico de algunas afortunadas infancias. Un servidor tuvo la suerte de poder verla en sesión matinal en el difunto cine Savoy de la Ciudad Condal... actualmente otra estúpida baguetina catalana: poco pan (aunque hay que reconocer que hasta horas intempestivas) y pésimo circo.

Bendita nostalgia.


Título: Peraustrínia 2004. Año:1990. Nacionalidad: España.  Dirección: Ángel García. Guión: Joan Marimón. Producción: Joan Marimón, Laurenfilm. Música: Anthony Piley.
Voces: Josep Linuesa (Tristán), Blanca Pàmpols (Princesa Priscila), Anton Alemany (Lumumba), Manel Villanova (Rey Atanasio), Ferran Casanovas (Gran Tom), Raúl Macarinni (Flippity).


No hay comentarios:

Publicar un comentario