jueves, 21 de junio de 2012

ATTACK THE BLOCK


La secuencia de apertura del debut en el largometraje del director Joe Cornish plantea los dos polos genéricos entre los parece bascular esta ópera prima: una chica es asaltada por un grupo de chavales en una barriada del sur de Londres. Hasta ahí el qué. El como es lo que aparta este inicio de los cánones del llamado “cine de compromiso social” y lo acerca a otro género de fronteras más difusas: el del terror y el fantástico que al poco rato irrumpe en el argumento sin tener que echar mano de formalismos que lo hagan reconocible. 
La forma de esta secuencia, decía, nos muestra a la chica, Sam, hablando por su teléfono móvil con su madre mientras los créditos aparecen sobre fondo negro entrecortando la imagen, al poco rato la luz que provocan unos petardos nos muestra la sombra de alguien ataviado con una gorra mirando a la chica, ajena a la presencia del mirón. Luego llega la amenaza, el grupo de chavales aparecen al fondo de la calle encapuchados y con fulares a la altura de los ojos.  Uno de ellos distrae a su víctima al pasar junto a ella con una bicicleta y cuando ella se da la vuelta para seguir andando el líder de la pandilla, Moses, ha aparecido de la nada para cortarle el paso en un abrir y cerrar de ojos. 
Si esto fuese una película de terror como cualquier otra, él sería el monstruo (algo que podría verse así desde un punto de vista "social") y el enemigo a abatir, ella sería la víctima y por tanto la sufrida protagonista. Pero un elemento aparece para romper la baraja y situarlos a todos, los "monstruos" y los inocentes de la sociedad, en el mismo bando, el de los supervivientes: un alienígena con aspecto “de mono rapado” como dice uno de los chavales cae sobre un coche abriendo un boquete en el techo, ataca al líder de la banda y da la oportunidad a la chica de escapar del atraco. La banda da caza al alien y acaba con él rebautizando al cadáver alienígena como “El monstruo de Brixton”1
No contentos con ello y tras amenazar al cielo estrellado de que cualquier alienígena que se meta en su barrio (en el sentido más estricto, los chicos son de una territorialidad que asusta) estará cayendo en el lugar equivocado se llevan el cadáver al cuarto de marihuana del camello que vive en el enorme bloque de pisos colmena -el block de marras- llamado Whydan Tower2 que ellos comparten, sin saberlo, con la víctima del atraco.
Más alienígenas caen sobre el barrio esa noche, pero estos son más belicosos todavía y de aspecto más amenazador. No son calvos sino cubiertos de un pelo negro hasta lo abisal (“es más negro que mi primo” dice uno de los chicos) y armados con dientes fluorescentes que brillan como neones (que gran trabajo han hecho los de efectos especiales sin caer en imágenes generadas por ordenador que lo habrían mandado todo al traste), son corpulentos y andan y corren a cuatro patas. Y se comen todo aquel que se les pone por delante. Pero, al contrario de lo que ocurriría en otras películas de estas características, los chicos no se despeinan para luchar contra los invasores con métodos que van del vandalismo a la guerrilla urbana sin pestañear3.

La película de Cornish ha sido justamente celebrada por su frescura y su habilidad para hacer pasar un muy divertido rato al respetable. Parte de ese éxito se debe a que Attack the block no es exactamente una película de terror, ni tampoco una de acción, ni una comedia, ni tampoco cine “social”, pero si es un poco de todo ello sin que se noten los costurones entre un género y el siguiente. Su humor proviene del contraste con otras películas “con monstruo” y lo expeditivo de los métodos de los chicos y sus desarmantes réplicas y no –afortunadamente- de la parodia a excepción del personaje del camello interpretado con sorna por Nick Frost. No hay autoironía, pero tampoco comete el error de tomarse más en serio de lo que necesita ni de ponerse falsamente trascendental.
Afortundamente no hay ni ánimo de dar lecciones ni momentos sermoneadores donde las cosas se pongan en su supuesto sitio pero Cornish no comete el error de ponerse paternalista y disculpar a los chavales de sus animaladas: la escena del atraco es desagradable para cualquiera con un mínimo de sensibilidad y la caza y matanza del primer alien choca por lo gratuito de la respuesta violenta por parte del líder de la banda y lo descerebrado del resto de sus miembros que lo siguen. 
Otros personajes secundarios como el que se jacta de ser dueño de un barrio que durante la película parece que va a cambiar de manos a garras, llamado Hi-Hatz es un matón de poca monta que recluta chavales (entre ellos el líder de la banda y protagonista del film Moses) para vender droga y que saca la pistola a la mínima de cambio y otros, aprendices de matones, no alcanzan ni los diez años como dos niños que se pasean por el bloque con su patín y una pistola de agua llena de gasolina y que se hacen llamar “Problemas” y “Caos” conforman un tapiz social bastante preocupante porque probablemente no está muy lejos de la realidad... Los chavs4 del film son probablemente mejores personas que los de la vida real, y posiblemente más ingeniosos también. Pero estos goonies5 de favela no se salvan de ser cuestionados por sus víctimas cuando las aguas están tranquilas o de sus compañeros de edificio que están hartos de ver a la policía pisándoles los talones cada dos por tres. El retrato que hace el film del ambiente está bien llevado desde el momento en el que no se pone por delante de la historia que está explicando sino que la llevan de la mano, esquivando toda moraleja social sin dejar de plantear cuestiones para quien quiera verlas y sin enaltecer a sus protagonistas.

Por otro lado y sobretodo, Attack the block es una excelente película de acción con momentos muy bien llevados como la persecución a la que someten los Peludos a la banda que intenta volver al bloque en bicis y motos para protegerse en un ambiente que puedan controlar, o sobre todo el tramo final que sorprende no sólo por su tensión (apoyada por una excelente banda sonora electrónica hecha por Steven Price que le da un cariz muy particular en los tiempos que corren de grandes orquestaciones) sino porque es la primera y diría que única en usar un efecto de montaje, la ralentización de la imagen, para provocar un determinado efecto en el espectador.
Es el único instante en una película que por el contexto en el que tiene lugar podría haber caído muy fácilmente en una épica macarra que apoyara la valentía de sus personajes frente a los monstruos a base de remarcar su determinación y fuerza en acabar con el enemigo.  No estamos, si la comparamos con otra película "de género" enmarcado en un ambiente social marginal, ante un film como la francesa La Horda (La Horde, dirigida por Yannick Dahan y Benjamin Rocher en 2009) que guarda similitudes con el film que nos ocupa y cuyo argumento situaba una invasión zombi en un barrio periférico de la capital París. En aquella se potenciaba más la "profesionalidad" y frialdad de los supervivientes para acabar con los zombis que el riesgo que corrían, a base de ralentizaciones de imagen o trabajadas coreografías en las escenas de lucha cuerpo a cuerpo. 
No es el caso de Attack the block en la que la épica reside en la supervivencia de sus personajes y Cornish nunca carga las tintas con ánimo de enaltecer a la pandilla de delincuentes sino en el riesgo que corren sus vidas. 
De muestra un botón; el momento en el que uno de los clientes del personaje de Nick Frost escuchando música rap mientras espera al ascensor. El montaje al ritmo de la música lo apoya en su épica personal, que se va al carajo a la que recibe una llamada de su madre preguntándole dónde está y a que hora tiene previsto volver a casa... La única épica es la que los mismos personajes se autoatribuyen, no la que Cornish pueda concederles.
Más que heroes, son supervivientes pasando una noche especialmente difícil para ellos, pero no tan diferente a su rutina habitual en la que a falta de monstruos alienígenas tienen que huir de otras bandas callejeras.

La puesta en escena refuerza los sentimientos de los chicos y de Moses en particular a base de una planificación que pasa desapercibida por su sobriedad pero que contribuye muy mucho a crear una determinada atmósfera sin romperla para pavonearse. Moses, el taciturno e improbable héroe de la comunidad de la que era monstruo antes de pasar al segundo escalón de la escala alimenticia en el sentido literal, empieza de malas maneras y poco a poco va quedándose solo, ya sea porque “sus chicos” van siendo devorados o porque los que lo apoyan prefieren huir al darse cuenta de que Moses “siempre trae problemas”, perseguido por los aliens después de haber asesinado al primero en llegar a la tierra. Todo ello se convierte en el sentimiento de culpa que le hace avanzar como persona. Junto con Sam, es el único que cambia durante el film tomando nota de que “toda acción tiene consecuencias” en lo que acaba siendo un imprevisto cuento moral que no cae en moralismos. Este personaje, interpretado por el joven John Boyega tiene, como el resto de los jóvenes del film, la gran fortuna de ser encarnado por un desconocido para el gran público, lo que contribuye no sólo a dar frescura a la película, sino en que uno sólo pueda ver al personaje sin darse cuenta de quién es el que le pone cara.

Cornish, además de buen director de actores, se alza como digno heredero del mejor cine de John Carpenter con su Asalto a la comisaría del distrito 13 (con mucho en común respecto a su argumento) a la cabeza en su combinación de géneros como el de acción y el de terror -en el caso del film de Carpenter el terror y el western- que aparecen con cuentagotas pero de forma muy efectiva. El primer ataque de los monstruos a los policías que detienen a Moses, poniéndolo a salvo sin saberlo dentro del furgón policial, está muy logrado: tanto nosotros como Moses y el resto de la banda que observa la detención desde un balcón, sabemos que hay algo hambriento por los alrededores, los chicos señalan los sitios por los que los monstruos se van acercando a sus presas, pero la oscuridad de la zona y del pelo de los propios aliens permiten ver “algo” aunque nunca estamos muy seguros de haberlo visto hasta que ya es demasiado tarde. La sensación de que la amenaza está muy cerca pero que es invisible en plena noche hasta que ya la tienes echándote el aliento en la cara es muy inquietante y Cornish la dosifica a las mil maravillas.
Todo ello consigue la combinación ganadora de la que sólo queda algo descolgada su conclusión, aunque es tan breve que, además de ser coherente, ni siquiera molesta. Es un bajón comprensible cuando la película no ha decaído en ningún momento sabiendo que su gran baza no es armar mucho follón sino no dejar tiempos muertos ya sea en cuanto a lo cómico, lo dramático o cualquiera de los géneros mencionados hasta aquí con una concisión ejemplar. El film pasa en un soplo, pero no se precipita ni parece dejar cabos sueltos por el camino, su fusión de géneros no parece algo premeditado sino que es de una pasmosa naturalidad, y es la demostración de que el tan denostado por ciertas élites supuestamente intelectuales cine popular no sólo puede (y debería ser) bueno: en las manos adecuadas es redondo.

Título: Attack the block. Dirección y Guión: Joe Cornish. Producción: Nira Park y James Wilson para Big Talk Pictures, Film4 y Studio canal. Fotografía: Thomas Townend. Diseño de producción: Marcus Rowland. Música: Steven Price. Montaje: Jonathan Amos.
Intérpretes: John Boyega (Moses), Jodie Whittaker (Sam), Alex Esmail (Pest), Franz Drameh (Dennis), Leeon Jones (Jerome), Simon Howard (Biggz), Luke Treadaway (Brewis), Nick Frost (Ron), Piage Meade (Dimples).

1Simplificando y resumiendo mucho, Brixton es el barrio del municipio homónimo al sur de Londres, considerado la capital no oficial de la población afrocaribeña de Inglaterra. Barrio bastante conflictivo por la pobreza de muchos de sus habitantes ha sido lugar de famosos disturbios, los peores de la historia de Gran Bretaña, casi siempre con trasfondo racial en 1981, 1985 y 1995 dando lugar a saqueos, quema de viviendas y edificios enteros, enfrentamientos con la policía (cuya actitud muchas veces combinada con la miseria social eran el detonante de tales disturbios).
2En honor a John Wydham, escritor del clásico de la ciencia ficción La noche de los trífidos, además, el bloque de pisos es colindante con la calle Ballard (de James G. Ballard probablemente, otro reputado escritor de ciencia ficción). Algunos críticos han visto también -a mí se me escapó, que quieren- una calle Herbert (de Frank Herbert, padre literario de la saga Dune, Huxley Court (de Aldous Huxley), Wekks Court (H.G. Wells), Clarke Court (Arthur C. Clarke) y Clayton Estate (por Jo Clayton, autor que desconozco) .
3La película se estrenó unos meses antes de los disturbios que hubo en Inglaterra entre el 6 y el 10 de agosto de2011, con origen en Tottenham tras la muerte a manos de la policía de un joven negro de 29 años, Mark Dugan, con cuatro hijos en su haber, muerto en un tiroteo. Tras una manifestación en el propio barrio de Tottenham se produjeron violentos incidentes que se extendiern a Hockney, Peckham o Croydon. Los acontecidos en Brixton fueron los que acapararon mayor atención emdiática. El resultado: edificios incendiados, comercios saqueados y violentos enfrentamientos con la policía por parte de jóvenes que en muchos casos no alcanzaban la mayoría de edad provenientes de bandas organizadas.
4“Chav” es el término despectivo que según parece surgió de los medios de comunicación ingleses para referirse a un sector de la población de clase baja y corta edad cuya estética es herencia del hip hop americano. Se les asocia con conductas agresivas y delincuencia. 
5Mítica producción de la factoría Spielberg, Amblin, que marcó a una generación de espectadores. Dirigida por Richard Donner en 1985 Los goonies narraba las aventuras de un grupo de chavales y combinaba humor, aventura y pinceladas de terror muy suave, marcando un antes y un después en las películas de pandillas de niños-jóvenes americanas. En el mismo año de Attack the block se estrenó Super 8, dirigida por J.J Abrams y producida por Steven Spielberg, con mucho en común con Los goonies y que provocó una absurda confrontación entre el film de Cornish (como la versión “dura” por tener como personajes principales a chavales de barrios más marginales) y el de Abrahms (como la versión “blanda” en el sentido peyorativo por tener por protagonistas niños de zonas residenciales de los EUA). A falta de haber visto Super 8 no puedo posicionarme, pero vean y juzguen ustedes mismos.

2 comentarios:

  1. Tras leerte me siento como si hubiera visto la peli y a la vez con ganas de verla de verdad. Muy bueno!

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  2. Kudos per l'article tan extens i amè d'Attack the Block. Vaig tenir l'oportunitat de gaudir-la farà uns mesos (per pura casualitat vaig trobar-la a la secció de DVDs de la bilbio del barri) i va ser una "bocanada" d'aire fresc.

    Des de London, love & chips – and keep up the good work, mate!

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